Fanfic rescatado: RON Y HERMIONE, SU HISTORIA DESDE EL PRINCIPIO 2
PROMETO QUE JAMÁS ME JUNTARÉ CON ESA NIÑA Ron, 1º año
¡Wow! ¡Estaba compartiendo compartimiento con Harry Potter! Mejor aún, ¡me había hecho amigo del famoso Harry Potter! Mi primer curso en Hogwarts parecía empezar muy bien, y eso que aún no habíamos llegado al castillo. Harry y yo estábamos solos en el compartimiento, charlando y zampándonos las golosinas que había comprado. Parecía impresionarle muchas cosas que yo le contaba. Claro, cada dos por tres se me olvidaba que él se había criado con muggles.
-Te presento a mi rata Scabbers- dije cogiendo a la vieja rata que dormía profundamente bajo mi chaqueta-. Patética, ¿verdad?
-Sí, un poco- contestó Harry.
Era la verdad, pero era lo que había. La había heredado de Percy, y la pobre no estaba ya para muchos trotes. La miré con un poco de pena.
-Fred me enseñó un hechizo para hacerla amarilla- recordé-. ¿Quieres verlo?
-¡Si!- exclamo entusiasmado Harry.
Saqué mi varita (heredada también), carraspeé ruidosamente y comencé:
-Rayo de…
Me interrumpí. Una niña con el pelo castaño muy enmarañado y los dientes delanteros largos acababa de aparecer en la puerta mirando por todos lados.
-¿Alguien ha visto un sapo? Un chico llamado Neville ha perdido uno- dijo hablando muy rápido. Tenía voz de mandona.
-No…- me encogí de hombros, pero ella volvió a interrumpir.
-¡Oh!, ¿estáis haciendo magia? ¡Vamos a verlo!
¿Quéééé? ¿Qué estaba diciendo aquella niña? Me quedé totalmente desconcertado, pero como ella no parecía dispuesta a irse, respiré profundamente y, nervioso, me puse a agitar la varita bajo la atenta mirada de la niña.
-Rayo de sol, margaritas con mantequilla, volved amarilla a esta ratilla.
Y, ¡sorpresa! ¿Qué pasó? Nada… Scabbers se asustó un poco y se escondió, pero nada más. Se me pusieron las orejas coloradas. Fred me había vuelto a engañar… Harry se encogió de hombros como diciéndome que no me preocupase, pero una voz que ya comenzaba a cansarme surgió de nuevo.
-¿Estás seguro de que eso es un hechizo? Porque no parece muy efectivo- dijo aquella niña con una sonrisa en la cara.
¿Qué no era efectivo? ¡Gracias por la aclaración, no lo había notado! Deseaba que se fuera ya para poder seguir comiendo con Harry pero, ¿podéis creer lo que hizo? ¡Se sentó con toda la confianza del mundo en el asiento de enfrente!
-Yo solamente he probado unos cuantos muy sencillos, pero me han funcionado- dijo sacando su varita-. Por ejemplo- apuntó a Harry, quien casi se puso bizco, a la cara.
¡Bah! No merecía la pena. Miré entre las chucherías buscando alguna con buena pinta y cogí un palo de regaliz multicolor. Me lo metí en la boca sin prestar atención a la niña y comencé a masticar.
-¡Oculus reparo!
Un ruidito me hizo girar la cabeza para ver qué había pasado. Estaba esperando reírme de que ella tampoco hubiera conseguido hacer magia (a ver, aún no sabíamos), pero me quedé de piedra. ¡Las gafas de Harry, antes pegadas con celo, se habían arreglado! Harry parecía tan sorprendido como yo. Esa niña ya sí que me empezaba a caer mal… Parecía una sabelotodo y, cómo no, siguió hablando sin parar.
-Es bueno, ¿a que sí? ¡Oh, cien centellas! ¡Eres Harry Potter! Soy Hermione Granger- se presentó.
Como si me importase quién era.
-¿Y tú eres…?
Tras unos segundos me di cuenta de que me estaba hablando a mí. Eso sí que no me lo esperaba.
-Em… Ron Weasley- contesté sin muchas ganas y con la boca llena.
-Un placer- dijo mirándome con la nariz arrugada, no muy convencida- Los dos deberías poneros ya las túnicas, estamos a punto de llegar- ordenó con su insoportable voz de mandona.
Se levantó y se dirigió a la puerta. ¡Por fin! De repente se paró y me miró. ¿Pero qué quería ahora?
-Tienes sucia la nariz, por cierto, ¿lo sabías? Justo aquí- se señaló un lado de la nariz.
Yo la miré con desprecio y me limpié la nariz con la mano. Ella me dirigió una mirada de superioridad y se fue, gracias a Merlín, sin volver esta vez.
Tras unos minutos de silencio en los que no aparté la mirada de la puerta por si acaso, Harry habló.
-Bueno…-comenzó.
Nos habíamos quedado sin habla después de aquella presentación. Le miré.
-Recuérdame que no me acerque a ella, ¿vale?-dije- Cualquiera que sea la casa que me toque, espero que ella no esté...
Harry se rió, pero no entendía por qué, yo le hablaba muy en serio. Esa tal Hermione Granger era muy repelente y tenía un aire de mandona…
-¡Es insoportable!- exclamé.
Harry rió aún más fuerte, y yo seguía sin comprender.
-Bueno, algo insoportable sí que es- coincidió Harry al final-. Pero tú no has dejado de mirar la puerta cuando se ha ido.
¿Qué quería decir con aquello? Abrí los ojos como platos. ¡No, no podía pensar aquello! Este niño era tonto.
Entonces cogí el envoltorio de rana de chocolate y se lo tiré a la cabeza. Y así pasamos el resto del viaje, tirándonos papeles y golosinas mientras reíamos fuertemente y nos olvidábamos de Hermione.
Comentarios
Publicar un comentario